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  • Foto del escritorJC Igartua

"AHORA COMIENZO A COMPRENDERLO TODO": CARLOS "WARRIOR" GUERRERO



Amigos de La Catedral Rojiblanca el día de hoy y ya que estamos festejando los 100 años de nuestro querido Club Necaxa, les quiero compartir la nota que publico en el Periódico REFORMA Carlos Gerrero "Warrior", conductor deportivo en TV Azteca y con el que concuerdo en todos y cada uno de sus conceptos.


OPINIÓN

No lo leas si eres necaxista

Carlos 'Warrior' Guerrero EN REFORMA

22 agosto 2023

Ahora comienzo a comprenderlo todo.

Dicen los especialistas en materia de neurobiología que entre los 10 y los 11 años aparecen los primeros signos del enamoramiento. Me sucedió.

Yo era un niño cuando conocí el amor pero, también en poco tiempo conocí el desamor. Viví en carne propia el amargo sabor de una decepción que hizo añicos mi corazón a una edad donde no se tiene instructivo para reparar una ruptura.

El Irapuato, mi primer amor, había descendido a la Segunda División dejando a la deriva mi pobre corazón. Afortunadamente el sabio tiempo, ese que todo lo cura, me "presentó" al histórico Necaxa cual cupido en pleno febrero.

Y el flechazo se dio porque uno de mis grandes ídolos de la Trinca era el argentino Luis Américo Scatolaro, subcampeón de goleo en la campaña del adiós del Irapuato. Mucho talento como para que también descendiera. Así que Necaxa lo rescató.

Aquello fue la clave que me hizo coquetearle a los Rayos. Comencé a sentir atracción. De la indiferencia que me causaba el Necaxa mientras vivía en los brazos de mi primer gran amor, comencé a experimentar sensaciones de cariño, enamoramiento e interés por otro equipo.

Me hice necaxista por conveniencia en lo que mi alma futbolera se reparaba. Y más, cuando llegaron los triunfos y los títulos sin saber que la supremacía se extendería a lo largo de una década.

Pero como el amor va mutando (también lo aseguran los especialistas), la imagen de Scatolaro se fue diluyendo poco a poco hasta que comencé a admirar a otros como Aguinaga, Basay, Hernández, García Aspe, Ambriz, Peláez y compañía. Era un equipazo. Voltaje puro, poderosos amperes y vatios electrizando las canchas a lo largo de una era que quizá nunca más regresará.

Por cierto, recuerdo que las burlas eran comunes cuando me preguntaban a quién le iba y respondía que al Necaxa. "Sólo Don Ramón y Ortiz de Pinedo le van al Necaxa".

Luego aparecieron otros nombres en la lista como el de Ernesto Zedillo. "Nada más el presidente le va al Necaxa", solía escucharse y es que antes de aquellas tardes de gloria, en el Estadio Azteca solían verse más vendedores de cerveza que aficionados.

De todo aquello queda poco o nada. Necaxa se mudó a una tierra con poca tradición futbolera y nunca más volvió a ser el mismo. Descensos, regresos, cambios de propietarios y distintos modelos de operación. Pero nunca otro título o un equipo similar al de los años noventa que enamoró a toda una generación.

Hoy Necaxa, a 100 años de su nacimiento, es ese abuelo que toma de la mano a su nieto para que conozca el lugar donde vivió de niño y que al llegar, tristemente se percata que ya no queda nada de la cabaña ni del pequeño lago que daba realce al paisaje.

Los ojos del abuelo ahora observan una fábrica maquiladora y una bodega que almacena cajas justo donde alguna vez nadaron patos en agua cristalina.

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